VIII - San Valentín.

El entrenamiento se me pasó volando y enseguida nos metimos en un restaurante muy cerca del estadio ya que solo disponía de 45 minutos.

Esos 45 minutos sirvieron para mucho, ya que era el día de San Valentín. Yo soy de esas chicas que no necesitan un día al año para demostrar lo mucho que amas a esa persona, sino que lo demuestra día a día, pero este no era el caso. Teníamos escasos días y San Valentín sería el día que marcara nuestra vida para siempre.

No podría asegurar cuanto tiempo llevábamos juntos, porque antes solo eramos "amigos", pero si contábamos desde que lo conocí haríamos dos meses el día 27. Pero para entonces él ya no estaría aquí, así que hoy era "nuestro día".

Charlamos y nos dijimos todo lo que nos queríamos. Jamás pensé que el tiempo pasara tan rápido, pero solo quedaban 3 días para que tuvieran el campeonato y volviera.

Tras tantos minutos de amor tuvo que volver al estadio, su deber le llamaba. Entonces decidí irme a casa.

Por suerte, o quizás no tanta suerte, me encontré de nuevo a Carlos, pero esta vez acompañado de una chica alta, muy risueña y guapa. Nos cruzamos y él me paró para presentarme a su acompañante:

- ¡Hola Nay! Después de 2 años sin verte ahora te veo 2 veces el mismo día. -Me dijo sonriente.- Bueno, te presento a Andrea, es bueno... una gran amiga.

+ Hola, encanta Andrea, soy Nayara, aunque supongo que ya lo sabrás je je. -No sabía que más decir.

- Así que tu eres la famosa Nayara, Carlos me ha hablado mucho de ti.

+ ¿A si? Espero que cosas buenas. -Nos echamos a reír a la vez.

- Si, me ha dicho que fuiste un gran apoyo para él los últimos años de instituto, eso me alegra.

+ Si bueno, que podía hacer si no, para eso están los amigos. -Rara conversación entre ex y supuesta "novia".

- Espero que también nosotras lleguemos a ser grandes amigas. -Me dijo inesperadamente.

+ Lo mismo digo Andrea. Bueno me tengo que ir ya, sino se me hará tarde y tengo que estudiar. Encantada. -Le dije de nuevo.

- Adios Nay, espero que nos veamos pronto. -Pudieron decir al fin los dos.

Cuando cogí el metro para volver a casa un extraño y agradable sentimiento pasó por mi corazón. Amor, pero amor de amistad, me alegraba de que Carlos al fin pudiera ser feliz y esperaba que ella fuera la chica de su vida. 
Estaba segura de que este San Valentín marcaría nuestra vida, y no solo la nuestra.