I - La despedida y el "extraño".

    Lea era una chica de 22 años recién cumplidos, con grandes sueños en mente y con un corazón frío. Le gustaba bastante la soledad a pesar de compartir piso con John, su "mejor amigo". Siempre buscaba la forma de sacar a su amigo de casa para tener su ratito de soledad. Le gustaba escribir. Y mucho. Pensaba que algún día lograría escribir una gran novela. Pero los últimos días habían complicado un poco su tarea.
     John tenía 25 años y trabajaba en la empresa de su padre. Hacía una semana que le dijeron que tenía que viajar por un asunto de negocios. Tiempo indefinido. Aquello era un inconveniente para Lea. A pesar de su soledad también le gustaba pasar grandes ratos con él. Era con el único que le gustaba pasarlos. El tiempo había hecho florecer unos grandes sentimientos en su interior y no dejaría pasar la oportunidad. Así que armó fuerzas y  logró decirle todo lo que sentía por él. En aquél momento tocaron al timbre. No había marcha atrás era ahora o nunca. Antes de que John saliera por la puerta, este le propicio un beso fugaz que la dejó pasmada. Pero esto no fue lo único que le dijo. "Cuídate mucho" fueron las palabras que se llevó el viento escurridizo que logró entrar por la puerta antes de cerrarse en banda. 
     En aquél momento tras oír el chirriar de las ruedas del coche la puerta volvió a abrirse. Lea logró esconderse debajo de la cama de la habitación de invitados ya que era el sitio más cercano. Pensó que aquella forma de abrir la puerta no era normal. Era de alguien que nunca había abierto aquella puerta. "Un ladrón" pensó. Llegó a la conclusión de que aquella persona había estado espiándoles y que sabía que se "iban" a ir de viaje. Así que esperó hasta que salieran por la puerta, cogió la llave que siempre guardaban en el buzón y se encaminó a un lugar nuevo donde poder encontrar todo lo que necesitaba: una casa. No es que fueran ricos, pero tampoco pobres. La casa se encontraba en la ciudad de Londres. Era bastante lujosa, ya que había sido un regalo del padre de John. El dinero que ganaba él cubría todos los gastos. Lea trabajaba en un pequeño bar poniendo copas los fines de semana. El poco dinero que ganaba, iba para necesidades personales ya que así quiso John. Entre semana estudiaba el penúltimo año de veterinaria. 
     Pero aquella conclusión del "supuesto ladrón" se esfumó de su mente en cuanto vio que tiraba encima del sofá 2 maletas. Una grande y otra pequeña, la cual pensó que era personal. Entonces, llegó a otra conclusión: "un okupa". Pero también se esfumó en cuanto logró verlo mejor. Era alto, musculoso, cabello castaño oscuro y por el cuello. Vestía bastante bien, iba con traje azul oscuro y corbata granate. Cuando se zambulló en el sofá pudo verle los ojos un instante antes de que se girara para mirar hacia dentro de la habitación. Canelas. Por suerte pudo girar hacia su derecha para que la perspectiva de aquél "extraño" no pudiera llegar a ser la de ella. 
     Si la vio no le importó. Siguió sentado unos segundo más y se levantó para inspeccionar la casa. Después, satisfecho, se quitó la corbata, la chaqueta y se fue al baño. Lea pensó que esta era su oportunidad para descubrir quién era. 
     Salió a toda prisa de su escondite hacia la maleta pequeña. Quizás allí encontrara documentación. Pero no, solo una maquinilla, gel, cremas, un cepillo de dientes y más productos de aseo personal. En aquél instante calló en la cuenta de que la puerta del baño se había abierto y de aquél lugar salía aquél "extraño". Esta vez usó la palabra ya que sí, era un "extraño". 
     Él la observó completamente y luego se fijó en su mano, aún metida en la maleta. Lea la sacó y se quedó petrificada de nuevo. No sabía que hacer. Entonces él se echó a reír y ella aún con la confusión encima, sonrió. Y tras aquél silencio, salió de la boca de aquél "extraño" una palabra risueña y encantadora.
     -¡Hola! 

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