Al ritmo de la lluvia.

     Se levantó medio asustada por el sonido atroz de una persiana, tapándose los ojos para no ser vislumbrada por aquella tenue y a la vez fogosa luz, pero no notaba esa calidez de las mañanas, no, no era el sonido de aquella persiana medio rota. 

     El vecino, pensó. 

     Ese vecino nuevo que no llevaba más de dos noches, y en esas dos, lo único que había hecho era estar hasta las tantas tocando su batería y yéndose de fiesta hasta venir a horas insospechadas.

     Medio despejada, se inclinó para ver ese reloj digital que le había regalado su mejor amiga con la excusa de que así nunca llegaría tarde y que tantas mañanas había sonado al ritmo de The Rock Show de Blink-182, levantándola de buen humor. Las 5:20 A.M.

     Las 5:20 y él ya estaba en casa. Normalmente llegaba a las 11 de la mañana después de haber recobrado el conocimiento y haberse despedido de su ligue de noche. Se quedaba dormido, o por lo menos no hacía ruido hasta las seis de la tarde. Dos días, dos días te dan para conocer a tu vecino de al lado.

     Vivía en una pequeña casa en Chelmsford, Essex. Se había mudado allí hacía dos años para estar junto a su hermano mayor Chris, escapando de la intranquilidad de la casa de sus padres, o mejor dicho, madre. Su padre murió hace cinco años, y desde entonces, la familia se había resquebrajado. Chris, se marchó de casa en cuanto supo lo de su padre, con el dinero que le había dejado y con las consecuencias que traía dejar a tu hermana pequeña junto a una madre enganchada al alcohol, pero ella era menor, y no podía hacer nada. Lo único bueno que pasó en la vida de su madre, fue encontrar a Rob un año después de la perdida, un buen hombre que le quitó de sus vicios. Fue entonces cuando decidió que al cumplir los 18, se marcharía para no volver más.

     Se ató su larga melena rubia en una coleta mal hecha y bajó por las escaleras en busca de Chris. Son las 5:20, ¿crees que lo vas a encontrar despierto? No, claro que no. Decidió dar vuelta atrás y vestirse con ropa de deporte, correr no le vendría mal, le encantaba hacer distintas rutas siempre que se desvelaba, así se cansaba y en cuanto llegaba se tumbaba en el sofá y caía rendida.

     Al abrir la puerta se detuvo, inspeccionando las gotitas traviesas que le acechaban. Lluvia. Algo no tan raro ya que estaban a principios de primavera, y hasta finales los días claros no se dejaban ver. ¿Pero eso le iba a impedir tener su tiempo de descanso? Se abrochó una chaqueta impermeable y salió por la puerta, dejándose mecer por el viento al ritmo de la lluvia. 

     Mientras corría atravesando un pequeño parque pensó en que nueva ruta descubriría hoy, ni muy lejana, ni cercana, un término medio. Encontró un caminito que bordeaba el bosque cercano. Es lo mejor que tenemos aquí, pensó. La naturaleza. 

     Se dejó atrapar por los cantos de los pájaros y el sonido de los árboles con el viento mientras disfrutaba de su paseo. No tardó más de dos horas en bordearlo, ya que era un pequeño trozo de naturaleza rodeado de casas y más casas. Cuando llegaba cerca de casa, el ruido de una puerta la sacó de sus pensamientos. Se giró y ahí estaba, la persona que había hecho de sus dos últimas noches un infierno. El nuevo vecino.

           

{Pequeños pedacitos de inspiración}

*                                                              *                                                                *

     Perdón, perdón, perdón. Pero no es otra historia, son relatos que se me ocurren cuando me viene la inspiración, y me dije, ¿por qué no escribirlos? Pues esto es un trocito de todo lo que tengo en mente. Entre exámenes y demás no puedo hacer mucho más. 

     Ah, volveré con las historietas en cuanto tenga algo claro de como continuarlas.

     Muchas gracias por seguir aquí los que seguís. Besitos.

PD: He cambiado de nombre el blog. Necesitaba algo nuevo. Good Morning Mister Sunshine.