XIII - Eres una comedura de cabeza constante.

El ruido de una atropellada persiana hizo que me despertara del todo. Miré la hora, no eran más de las cinco de la mañana. ¿Quién osaba despertarme a aquellas horas? Quizás era un vecino que no podía dormir y necesitaba aire freso o la vecina que corría todas las mañanas. Pero no, aquel ruido era algo más que un simple vecino, el ruido procedía de mi propio comedor. 
Después de anoche no creo que mucha gente se pase por mi casa en mucho tiempo, había sido una noche demasiado larga y no hacía más de una hora que me había acostado. ¿Para qué? ¿Para que alguien entrara en mi casa a despertarme? No podía más con mi cuerpo, el alcohol se había llevado todas mis penas y ahora solo quería descansar. Pero la comedura de cabeza era constante, necesitaba saber quién y cómo había entrado en mi casa a altas horas de la mañana.
Tras pasar el largo pasillo hasta el comedor vi una sombra que poco a poco se iba pareciendo más a una persona. La luz no ayudaba para nada y tenía miedo de asustarla y que pudiera hacerme algo. Al fin, pude reconocer aquella cara que tanto me sonaba y era tan difícil de olvidar.
+ ¿Qué haces aquí? -Tan solo pude alarmarme y gritar con rábia.
- He venido a por mis cosas.
+ ¿Y tiene que ser precisamente ahora? -Estaba demasiado cansada para echarlo de casa ya que mis músculos no obedecían mis órdenes.
- Sí, Nay, por favor entiéndeme.
+ ¿Entenderte? No te bastó con ponerme los cuernos y mentirme, sino que ahora vienes a MI casa a coger tus pertenencias. Qué suerte que vinieras, iba a tirarlas todas a la basura.
- ¿Cómo? Nay te lo he explicado muchas veces, no te he puesto los cuernos.
+ No, ¿a eso no se le puede considerar cuernos? Márchate con tu "amiguita" y déjame en paz.
- Pero... -No podía más, tenía que sacar fuerzas de donde no las hay y sacarlo. No quería derrumbarme y menos ante él.
+ Ah, por cierto... las llaves.
Tras arrancárselas de la mano cerré y me eché en la cama a llorar. Las lágrimas ya se me secaron hace tiempo y ahora solo queda dolor en mi alma. 
Han pasado tres meses maravillosos, hasta que hace unos días me choqué con toda la verdad, esa verdad que no quería saber; de la que huía. Ahora ya no soy la chica confiada de antes, ya me he dado cuenta de los verdaderos amigos y del verdadero amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario