I - La despedida y el "extraño" (II).

     -Qué extraño más simpático- pensó Lea. Pero de repente su sonrisa se desvaneció de la cara cuando cayó en la cuenta de que eso era, un extraño. -¿Quién eres?- preguntó rápida.
     -Soy Tom, amigo... conocido de tu compañero de piso Jhon- dijo tímido.
     -¿Y se puede saber qué haces en mi casa? -Lea pareció muy brusca y eso hizo que Tom retrocediera dos pasos.
     -Me ha enviado él.
     -¿Para qué?
     -Para cuidarte.
     -¿Para cuidarme? ¡Como si estuviéramos en guerra! Va, por favor, cuéntale ese cuento a otro... ¿qué haces aquí? Y ahora la verdad.
     -Enserio, he venido a cuidarte. No me preguntes por qué porque no te lo diré.
     -¿Y piensas que voy a dejar que un desconocido se quede a dormir en mi casa? ¿Enserio? Porque no entiendo qué hacen esas maletas tuyas en el sofá si no es para quedarse. Pero, ves olvidándolo. Ahora mismo pisas la alfombrilla de la entrada.
     Hizo ademán de sacarlo a fuera pero Tom no se movió ni un centímetro. Era demasiado... pesado.
     -Lea, por favor, ¡escúchame! Todo lo que te digo es verdad, aunque no confíes en mí vas a tener que convivir conmigo, porque no me voy a marchar de aquí hasta que Jhon vuelva.
     -Pues ahora mismo llamo a Jhon, bueno, mejor a la policía. Seguro que ellos sí que te sacan de aquí.
     -No puedes llamar a Jhon. Está incomunicado. Ya sabes... de negocios. Y bueno, aunque llames a la policía les enseñaré esto -era un papel arrugado que sacó del bolsillo de su chaqueta donde decía -con la letra de Jhon- que tenía su autorización para quedarse allí, y más abajo que Tom era agente secreto. De repente sacó otro papel, pero esta vez de dentro de la chaqueta y se lo entregó a Lea. Este parecía una carta cerrada -y esto es para ti, supongo que él te lo explica todo ahí- dijo al fin.
     -Bueno, pues quédate sentado, hasta que no lea la carta no sabré a que atenerme. Y vístete haz el favor -a pesar de la buena musculatura del chico, Lea intentó no mirarle ni tan solo a los ojos. Y así, sin mirarle, entró a su habitación y cerró con pestillo.
     Lea se echó en la cama y desplegó la carta, ya que por el camino había arañado la cubierta y la había abierto. En ella pudo leer: 
   Hola Lea, si estás leyendo esta carta es porque el día ha llegado. Sí, me he ido por asuntos de negocios. Y por eso, he pensado que no debes quedarte sola. Te he mandado a Tom, es un gran amigo de Jessica mi secretaria y es agente secreto. Te preguntarás el por qué de tal persona... pues bien, no te lo puedo decir, de momento. Si acaso a mi me pasara algo Tom te lo contaría. Pero no te preocupes. Estoy bien. Solo voy a trabajar en un asunto muy arriesgado y no quiero que te veas involucrada.
    Espero que estés bien Lea, te deseo suerte. Te quiero, aunque nunca me atrevería a decírtelo en persona, pero quiero que lo sepas. Eres parte de mi familia y siempre lo vas a ser, por eso quiero cuidarte. Acéptalo, es buena persona y no te enterarás que está en casa. 
    Gracias Lea.
                                              Jhon 

     Tras leer las últimas palabras Lea se echó a reír. No se dio cuenta de su estupidez, pero que dijera que no se iba a enterar de que Tom estaba en casa era algo absurdo. "Con lo que a mi me gusta la soledad" pensó.
     Aún tumbada se puso a pensar qué serían esos asuntos de negocios tan peligrosos y el por qué de Tom. Ella podía cuidarse por si solita sin ayuda de nadie. Pero Jhon lo sabía y aún así le envió a un agente secreto.
    No le quedaba otra que convivir con Tom y aguantar sus comeduras de cabeza. Esperaba que Jhon llegara pronto de sus "asuntos".
[...]

No hay comentarios:

Publicar un comentario